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El Objeto transicional

Casi siempre hay un elemento o hábito preferido por el bebé, al cual se aferra fuertemente para transitar el proceso de angustia de separación de la madre. Este lo ayuda a sentir consuelo y protección.

1.    ¿Qué puede ser?

    Puede ser un juguete, muñeco, peluche, mantita de apego, almohadita, camisón de   
mamá o trapo viejo que el niño elige arbitrariamente. Pero también puede ser un     hábito como rascarse la oreja para dormir, chuparse el dedo, o tocar la boca de la madre, entre otros.

2.    Objeto y hábito
    Dependiendo de las características emocionales de cada niño, algunos
    necesitan un objeto transicional, mientras que otros no. Para algunos pequeños,
    es la propia madre y para otros, tanto la mamá y como su elemento favorito.

3.   Textura
    Por lo general, el objeto de apego es suave porque le recuerda, al bebé, la   
suavidad que sentía cuando estaba en el vientre materno y más tarde la sensación que percibe al acariciar la piel madre. Por eso lo más común es que opten por peluches y mantitas.

4.    Olor
Es frecuente que el niño elija un objeto que le recuerde a su mamá y que tenga su olor. Muchos se aferran a un camisón o blusa de amamantar de la madre, para sentir su perfume cuando ella no está.

5.    ¡Prohibido lavarlo!
Es cierto que el bebé lo ensucia, babea y arrastra por diferentes superficies, pero no se recomienda lavarlo. Mientras se lava y se seca, el niño lo echará de menos y se angustiará. Difícilmente acepte que lo metan al lavarropas por temor a que se dañe. Además, lo mejor es que el objeto conserve su propio aroma, en vez de reemplazarlo por el perfume a ropa limpia.
 
6.  ¡No sin mi osito!
Será su amigo inseparable, lo llevará de paseo, a la guardería, a la casa de la           abuela, al parque ¡A todas partes! Si se olvida en casa o se pierde es motivo de profunda angustia.
 
7.  Es irremplazable
No es posible cambiarlo por otro objeto especial, salvo que sea el mismo niño el que resuelva suplantarlo. Podemos ofrecerle un juguete más grande o más colorido, pero ninguno será aprobado. Incluso cuando se extravía y compramos uno nuevo, no será admitido por mucho que se parezca. Si se rompe, preferirá conservarlo así.   
           
8.   Tiempo
 
Este tipo de apego puede iniciarse a los 4 o 6 meses, cuando el niño comienza a comprender que no es uno con su madre, sino que es un ser independiente. Es también el periodo en el que comienza a comprender que cuando algo desaparece de su vista, no se va para siempre, sino que después vuelve a aparecer. Puede extenderse hasta los 3 o 4 años, o regresar en casos de episodios estresantes (la llegada de un hermano, divorcio de los padres, mudanza, fallecimiento de un familiar cercano, etc.)

9.  Es normal
 
No solamente es normal, sino que además es beneficioso y necesario. El niño deposita en el objeto los afectos y sentimientos que su mamá le representan, para sentir la conexión con ella, aunque sea de manera simbólica. Para él es muy importante porque le brinda la seguridad y bienestar que precisa cuando mamá no está junto a él. No debemos enojarnos o reprenderlos por esta conducta, y mucho menos imponer castigos que tengan que ver con quitárselo.
 
10.  ¡A dormir!
 
Sin dudas, será su compañero de sueños. Para algunos niños es imprescindible a la hora de ir a la cama ¡No pueden dormir sin su
objeto transicional! Cuando el niño descubre que por las noches se separa por unas horas de sus padres, tener la compañía de su objeto preferido, reduce su ansiedad y es una manera de percibir que está en contacto con el entorno. 

Con el asesoramiento de Carina Salas. Licenciada en Psicología.





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