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Estrés y embarazo

Las futuras mamás deben tener especial cuidado con el estrés ya que está asociado a mayores índices de nacimientos, prematuros, bajo peso al nacer y alteraciones en las estructuras cerebrales del bebé. Además, se debe tener en cuenta que el niño percibe todos los estados de ánimo de la madre y recibe esta información a través de las hormonas que ella produce y que circulan por el torrente sanguíneo.

Para cualquier mujer el embarazo es una etapa de profundas transformaciones y sabemos que todo cambio genera estrés. El estrés es una respuesta automática del organismo en pos de un proceso de adaptación. Por lo cual cuando la embarazada vive situaciones que le generan miedo, nervios, angustia o enojo, su cuerpo y mente realizan un gran esfuerzo para poder asimilarlo y se producen un conjunto de desórdenes hormonales que desencadenan manifestaciones emocionales, cognitivas y hasta sociales, dado que somos un todo integrado.

Más allá de la felicidad que experimenta una futura mamá por la llegada de su hijo, el embarazo también trae aparejadas grandes transformaciones y enormes desafíos. En esta etapa es común experimentar miedo al parto, temor a no ser una buena madre y preocupación ante los costos económicos que significa traer un niño al mundo. Cuando la madre siente miedo se activa una hormona llamada cortisol y el problema se presenta cuando esta situación se sostiene a lo largo del tiempo y ella no conecta con su capacidad de autorregulación.

Durante la gestación, la mamá puede desarrollar una serie de recursos amortizantes para el estrés (desde meditación, yoga, actividad física guiada hasta técnicas específicas aplicadas por los psicólogos). Además, tendrá que desarrollar una importante red de apoyo constituida por familiares y amigos, y establecer una fuerte relación de confianza con los médicos que la asistirán. Siempre el miedo a lo desconocido genera ansiedad, entonces si ella logra atravesar estos 9 meses de la mano de personas que le generan la confianza necesaria se reducirán los niveles de estrés.

Los cambios físicos que se experimentan son tan repentinos que suceden antes de que el cerebro logre procesarlos. Los cambios ocurren muy  rápido y el cerebro no se adapta tan velozmente a transformaciones tan abruptas. Aumento de peso, caderas que se ensanchan, estrías y celulitis que aparecen y vientre y senos que empiezan a verse completamente distintos. Obviamente cada mujer lo vive a su manera y así como hay chicas que lo aceptan como algo natural, hay otras para las cuales es un motivo de gran congoja y preocupación.

Llevar una vida saludable, con una nutrición adecuada y actividad física apropiada, así como abandonar los hábitos daniños como el tabaco, las drogas o el alcohol, lleva a que el organismo se encuentre en óptimas condiciones y pueda reaccionar mejor ante las situaciones estresantes.

La exposición a largas horas de trabajo, a estresores propios de determinados roles o actividades y a presiones culturales hacen que la embarazada se enfrente a altos niveles de estrés. Muchas veces se presentan conflictos laborales sobre todo cuando  el empleador considera que la maternidad es motivo de  bajo rendimiento y menor eficiencia. En ocasiones el mal clima que se vive en el ambiente de trabajo se convierte en un importante factor de estrés para ella.  

Situaciones específicas como la enfermedad o muerte de un ser querido, una mudanza, separación o cualquier otro tipo de pérdida generan un mayor esfuerzo por parte del organismo para generar una respuesta de adaptación. En estos casos puede ser de gran ayuda el acompañamiento psicológico.

 

Afecta a la mamá y al bebé
El bebé no es ajeno a lo que le sucede a la madre. Si ella está feliz, el bebé lo sabe porque las hormonas del placer producidas por la mamá circulan por el torrente sanguíneo llevando información al pequeño. Cuando la mamá está pasando por un episodio de angustia, tensión, grandes miedos o profundas preocupaciones el cuerpo genera otro tipo de hormonas y el bebé también lo percibe.

Además, está demostrado científicamente que la falta de bienestar emocional que provoca el estrés puede provocar mayor incidencia de partos prematuros, bajo peso al nacer y modificaciones en las estructuras cerebrales afectando el desarrollo neurológico fetal.


 Con el asesoramiento de Carina Salas. Licenciada en Psicología





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