padres
Las discusiones y los chicos
Las discusiones de pareja no sólo afectan a los cónyuges, sino que generan angustia e incertidumbre en los hijos. Te contamos cómo manejar estas situaciones para no afectar a lo más pequeños.
Cuántas veces hemos terminado una discusión en medio
de un llanto angustiante, o un resentimiento profundo; y al repasar cómo fue
que llegamos hasta ese momento final de desazón, nos resulta imposible recordar
el motivo que lo desató. A todos nos sucedió alguna vez. Las discusiones,
cuando superan el plano positivo, se vuelven imposibles de manejar, y pasan de
ser un intercambio de ideas a ser una pelea por imponer posturas que
difícilmente llegue a buen puerto.
Quienes son testigos de las discusiones suelen
angustiarse tanto como quienes las protagonizan. Pero cuando son nuestros hijos
los espectadores de estas situaciones, vale el esfuerzo pensar dos veces qué
decir y qué callar. Si bien pelear no es lo mismo que discutir, la línea
delgada que diferencia a una situación de la otra es fácil de distinguir para
los adultos, no así para los chicos.
Sucede que los niños experimentan sentimientos de
temor, incertidumbre, y hasta de culpabilidad frente a estos episodios,
fundamentalmente, porque no tienen percepción o dimensión de los efectos que
pueden tener los mismos. El niño tiene dos grandes miedos: que lo abandonen, y
que lo dejen de querer, y al encontrarse frente a este tipo de actos, es
inevitable que esos temores aparezcan.
¡Frente a los chicos no!
Afortunadamente
hay muchas parejas que saben preservarse, pero desafortunadamente son las menos.
Es importante observar como reacciona el niño frente a estos hechos, para poder
poner un freno. El tono de la discusión es lo que ocasiona que el niño se
asuste. Además, no debemos olvidar que en la actualidad, nos encontramos con
pequeños cuya edad madurativa es superior a su edad cronológica, y por ello,
comprenden cada palabra y cada gesto. Así, las razones para mantenerlos al
margen de los conflictos de la pareja, son más que suficientes.
Sin embargo, cuando una situación se descontroló, sin
llegar a niveles de violencia; y es algo que no se da con frecuencia en la
pareja, es importante explicar a los niños lo que sucedió, y hacerles
comprender que se trató de una diferencia entre sus papás, como las que ellos
pueden llegar a tener con sus amigos, compañeritos de escuela, o sus hermanos;
y con ello disminuir el nivel de ansiedad o frustración que los invade.
No se debe perder de vista tampoco, que el niño copia
lo que ve en casa y lo traslada al resto de sus relaciones sociales. Entonces,
si tenemos un niño que convive con situaciones de violencia en su casa,
seguramente será un niño psicológicamente violento con sus compañeros, por
ejemplo.
De la discusión a la violencia
El límite está en manos de los padres. Desafortunadamente,
en muchos casos los cónyuges no logran detener las discusiones a tiempo, y algo
que comenzó por un absurdo, puede incluso llegar a la violencia de género. Esta
impacta de manera altamente perjudicial para el niño “arrasando su autoestima”,
y mucho más aún cuando además de su madre o padre, son ellos el blanco de esa
violencia. Generalmente son chicos con personalidades conflictivas que no
logran recuperarse. Podemos estar hablando entonces, de futuros golpeadores.
Consejos para mantener discusiones
de forma correcta
- Manejar los tonos de voz
- Buscar el diálogo, y para ello comprender y atender a nuestras
diferencias
- Saber negociar cuando las creencias son disímiles
- Evitar las descalificaciones, ironías y sarcasmos
Sabías qué?
Los cinco temas sobre los que más discuten las parejas
son: la falta de diálogo, el dinero, la familia propia, la familia del cónyuge
y la sexualidad.
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Con
el asesoramiento de Carolina Moreno. Terapeuta de Familia y Pareja. Sexóloga
Clínica