primeros auxilios
S.O.S ¡mi hijo se quebró!
Los niños son inquietos, les encanta correr, saltar, subirse a los árboles y tirarse del tobogán más alto del parque, por eso no están exentos de sufrir alguna vez una fractura en sus huesos.
Cualquier herida en el hueso, aunque sea
mínima y no haya desplazamientos, se considera fractura y tiene diferentes
niveles de gravedad.
En la infancia, cualquier golpe puede
terminar con huesos quebrados porque los niños realizan muchas actividades en
las que están expuestos a peligros casi inevitables.
Este tipo de accidentes son bastante
frecuentes durante el crecimiento, de hecho, la fractura es la cuarta lesión más común entre chicos menores de
seis años y los médicos estiman que en promedio, un niño puede llegar a
fracturarse dos o tres veces antes de los 12 años.
Las más comunes se producen en los huesos del
antebrazo (o sea radio o cúbito), en la muñeca, en el codo, en el tobillo, en
la tibia y en la clavícula (generalmente sufren esta última los chicos que
hacen deportes de alto impacto como el rugby o el fútbol).
¿Cómo reconocer una fractura?
Cuando el niño ya es más grande, podemos
determinar con mayor facilidad si hay o no un hueso roto porque el pequeño
llora, no soporta el dolor e identifica claramente el lugar afectado. No es tan
simple hacerlo cuando es demasiado chiquito y no sabe describir lo que siente
ni lo puede comunicar, aunque hay algunos síntomas de fractura universalmente
reconocibles: en la mayoría de los casos, hay inflamación y dificultad para
mover la parte lesionada.
Si los padres confirman a simple vista que se
trata de una fractura, es importante que no se desesperen y puedan consultar
con un médico inmediatamente. Mientras tanto, no deben darle a su hijo ningún
medicamento para aliviar el dolor ni tampoco ponerle hielo o tratar de acomodar
el hueso. Tienen que estar atentos porque si el pequeño comienza a tener
fiebre, es probable que la lesión, si está abierta y sangra, se haya infectado.
Tratamiento
Afortunadamente,
las fracturas en los niños no suelen dejar secuelas porque sus huesos son tejidos más porosos, compresibles,
elásticos y flexibles y por lo tanto tienen la capacidad de regenerarse
rápidamente.
Todo
dependerá del tipo de fractura y el lugar que afecte, sólo en contadas
ocasiones las fracturas en los niños requieren de una cirugía, por lo general
se las inmoviliza mediante el uso de un yeso.
No
es grave si la fractura ocurre en la región medial del hueso. El procedimiento
se complica cuando ésta se localiza en zonas cercanas a las articulaciones, En
este último caso, la inmovilización no bastará, se necesitará una reducción, es
decir un acomodamiento del hueso gracias al cual se pondrán en línea los dos
extremos del mismo. Si esa alineación no puede sostenerse con estabilidad, se
necesitará una fijación con placas y tornillos.
*Con
el asesoramiento de Julio Nader. Médico Pediatra.