bebés & niños
Hiperactivos
El Trastorno de Déficit de Atención con Hiperactividad (TDAH) afecta entre un 3 y 7% de los niños. Aunque causa angustia y estrés en los padres y docentes, ellos tienen un rol muy importante en la mejora del cuadro y deben saber que un niño diagnosticado a tiempo y bien tratado puede llevar a cabo una vida normal.
¿Por qué
no se queda quieto? es la pregunta que oyen una y otra vez los médicos
especialistas, cuando llegan al consultorio, padres de niños con Trastorno de
Déficit de Atención con Hiperactividad (TDAH).
Este
un trastorno de origen neurobiológico que se caracteriza por tres síntomas
claves: el déficit o problemas de atención, la hiperactividad y la
impulsividad, no sólo motora sino también verbal. Actualmente es el trastorno
con mayor incidencia en la población infantil. Es crónico, debe haber un patrón
de conducta que acompañe al sujeto desde su niñez y durante toda la vida, en
mayor o menor grado y en todos los ámbitos en los que se desarrolla. Un mito
indica que en la adolescencia desaparece; pero esto no es cierto. Cesa o se
controla la hiperactividad, pero persisten otros problemas como el déficit de
atención.
No
todos los casos son iguales. Hay chicos predominantemente desatentos (con
mayores dificultades en el ámbito académico) y otros predominantemente
hiperactivos e impulsivos (mayores problemas con su conducta). Si se les suma
un ambiente que permanentemente los corrige y resalta los aspectos negativos de
su comprotamiento, desarrollan baja autoestima y dificultades de conducta
porque se enojan y frustran con facilidad.
Hay
que aclarar que no se trata de la afectación de una zona del cerebro, sino que hay
una falla en la inhibición ante los estímulos. Esto se debe a que están
afectados los neurotransmisores, sustancias químicas que permiten interactuar a
las células, llevando la información de un lugar a otro, en las distintas áreas
cerebrales que intervienen en la atención, el control de los impulsos y la
actividad.
Los
papás llegan a consultar sobre esta problemática a un especialista, por
recomendación de un docente o del pediatra. Generalmente, cuando el nene comienza
el primer grado, porque es cuando tiene que someterse a una actividad más
organizada y reglada, que es precisamente lo que le cuesta.
Es
importante que los padres comprendan el problema y sepan cómo educarlo. Es un
desafío mayor por sus necesidades educativas especiales. No hay una
discapacidad, simplemente requiere un estilo de aprendizaje que se adapte a sus
características y fortalezas. De hecho es importante que el docente conozca la
situación del niño, porque si bien su potencial intelectual no se refleja en el
rendimiento académico, motivado funciona con un muy buen nivel.
¿Medicar o no medicar?
Los
especialistas recomiendan por lo general no medicar, salvo que haya fracaso
escolar o imposibilidad de la familia de hacer frente a la problemática con
distintos abordajes. Hay padres que se resisten y prefieren buscar otras
alternativas. Cabe aclarar que la medicación mejorará los problemas
atencionales, pero no siempre los conductuales. De todas maneras, la medicación
por sí sola no es suficiente. El éxito terapéutico depende de un abordaje
interdisciplinario entre docentes, padres, médicos, psicológos, psicopedagogos,
neurólogos, fonoaudiólogos, y otros.
Con el asesoramiento de
María Lilia Rodríguez. Psiquiatra Infantil. Psicoterapeuta con orientación
Cognitivo Comportamental. MP 2589