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Abrazando tu niño interior
Todos tenemos un niño interior que
nos acompaña en nuestra vida de adultos. Es ese niño que fuimos en nuestra
infancia y que en el presente nos permite conectarnos con la inocencia, la
ternura y los juegos de los primeros años. Pero es también quien guarda en su
corazón las experiencias más penosas que nos tocaron vivir. Si nuestro niño
interno está lastimado, esas heridas emocionales se verán reflejadas en nuestra
vida actual.
El niño interior es
el núcleo de nuestras emociones y autoestima, es quien a lo largo de los años
fue guardando todas aquellas situaciones que nos dieron alegrías o que nos causaron
daño. Cuando sentimos que ese niño está herido, podemos intentar bloquearlo o
negarlo, pero en algún momento, esas huellas emocionales, que traemos desde la
infancia, van a aparecer afectando en gran medida nuestra vida de adultos.
Muchas personas
suelen desconectarse de ese niño interior, prefieren olvidarlo para no
retrotraerse a las experiencias negativas de la infancia. Otras no quieren
volver a sentirse niños, les cuesta mucho jugar con sus hijos, salir de sus
rigurosos esquemas o disfrutar de las pequeñas cosas, tal como lo haría un
niñito.
Así, lo que se logra
es que ese niño se sienta desprotegido, se perciba no amado e insignificante. Poco
a poco, se vuelve un prisionero del adulto en el que nos convertimos, y la
única forma de liberarlo es reencontrarnos con él, volver a conectarnos a un
nivel muy profundo y ayudarlo a sanar las heridas del pasado. Para esto
tendremos que dedicarle tiempo, abrazarlo y tratar de conocerlo mejor. La
meditación y la visualización son técnicas que pueden ser de gran utilidad en
este proceso de autodescubrimiento e introspección. Sin embargo, en algunos
casos resulta imprescindible buscar la ayuda de un especialista que nos oriente
mejor. El maltrato, el abandono y el
abuso sexual en la infancia, llevan a que el niño interno quede muy lastimado y en la adultez se manifiestan con
la aparición de trastornos psicológicos, tales como la bipolaridad, las
adicciones y los ataques de pánico, que no son otra cosa que los disparadores
de situaciones que no pudimos resolver.
Ejercicios para conectarte con tu
niño interior
*Imaginá
que podés conversar con tu niño interior, visualizalo con el aspecto que tenías
a la edad de 6 años, preguntale cómo se siente, acaricialo y decile todo
aquello que pensás que le hubiera gustado escuchar de la boca de un adulto en
esa etapa.
*Escribile cartas en
las que menciones aquellos recuerdos que te traen dolor y contale cómo te
sentiste y cómo te sentís ahora. Esta es una buena manera de fortalecer el
vínculo con ese niño que fuimos.
*Mediante la técnica
del espejo intentá concentrarte en tus ojos, que son las ventanas del alma, y
encontrá a través de ellos a tu niño interior. Pedile perdón si lo dañaste y
dale las gracias por todas las vivencias maravillosas que compartieron juntos.
Con
el asesoramiento de Marcela Deheza. Psicóloga Gestáltica.