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Enseñale a ser positivo
A ser positivo también se aprende. De la misma
manera que el niño aprende a caminar, leer y escribir, va adquiriendo mientras crece un modo de
pensar y sentir, en base a las experiencias vividas. Papá y mamá pueden
enseñarle y acompañarlo en este camino brindándole herramientas para mirar el
mundo con más optimismo y seguridad.
Lo que todo padre
anhela es que su hijo sea feliz y adopte una actitud positiva frente a la vida.
Por eso es importante que tenga siempre presente que “los chicos aprenden lo
que ven”. Esta frase tan común expresa simplemente que no hay nada mejor que
predicar con el ejemplo. Los niños irán incorporando significados que ellos
mismos desarrollan a partir de las experiencias vividas y los modelos que
observan en sus padres, cuidadores, educadores y demás personas que constituyen
su entorno más cercano.
Los elogios y
comentarios alentadores por parte de los adultos refuerzan la autoestima en el
niño, lo ayudan a tener una mejor valoración a cerca de sus logros y de su
desempeño. Mientras que las críticas y reproches mal empleados o repetitivos,
afectan de un modo directo y proporcional la capacidad de aprender a pensar
positivamente.
Poder ver el mundo
según los anteojos que se ponga o el cristal desde el que se mire tiene que ver
con el aprendizaje que cada uno haga y con el modo de pensar que adopte, ya sea
optimista, pesimista, derrotista, etc. Por ejemplo, si una persona tiene baja tolerancia
a la frustración esto lo acompañará a lo largo de la vida y las experiencias
que vaya teniendo reforzarán o no su forma de pensar.
Si un niño crece en
un contexto donde se valorizan sus producciones, se lo reconoce como persona,
se le da su lugar, se lo valida en sus sentimientos, se transforma más tarde en
un adolescente y luego en un adulto con inteligencia emocional, asertivo,
seguro y con una buena dosis de amor propio.
De acuerdo a la teoría del apego y gracias a los aportes
de la psicología y la neurociencia podemos afirmar que un bebé está recibiendo
información desde que está en el vientre de su madre. Las emociones positivas y
negativas de la mamá son percibidas por el niño en gestación. El pequeño siente
si su madre está triste, feliz, enojada o tiene miedo. Cuando nace y reconoce
el olor y el calor de su mamá ese vínculo que los une se refuerza y va
creciendo aún más cada día. Poder establecer un vínculo sano y amoroso con el
niño es importantísimo para su desarrollo en distintas áreas como la modulación
del lenguaje, la respuesta emocional, el desarrollo intelectual y otras.
Muchos padres que por distintas
circunstancias atraviesan situaciones
emocionalmente dolorosas intentan disimular lo que sienten frente a los hijos,
pero esto es como pretender tapar un elefante con un dedo. La tristeza y el malestar generalmente aparecen
aunque tratemos de ocultarlo, a veces en la comunicación no verbal o en el
ambiente familiar. Igualmente siempre hay que tener en cuenta que los padres somos
estabilizadores de los chicos y es nuestra tarea educarlos y brindarles un
modelo para que en el fututo puedan reconocer, aceptar y manejar sus emociones
de una manera positiva.
Todavía queda mucho
por trabajar en materia de educación emocional y un largo camino hacia la
incorporación de contenidos relacionados con este tema, en la currícula
oficial. Hoy en algunos establecimientos educativos ya se habla de las
inteligencias múltiples y se considera que el desarrollo de la actitud en el
niño, como ser integral, es más fuerte y necesario que los conocimientos
adquiridos mediante la educación tradicional que sólo pone énfasis en los
aspectos intelectuales.
Sabías qué?
Para corregir a un pequeño desde la crítica constructiva
los especialistas aconsejan no utilizar palabras como: “deberías”, “tendrías”,
“podrías” o “tuvieras”, al comienzo de las frases.
Con
el asesoramiento de Carina Salas. Licenciada en Psicología