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Judith Torres "El vínculo entre la mamá y el bebé"
Saber que estás formando una vida adentro tuyo, es un
milagro único que sólo la mujer puede disfrutar. Éste es mi tercer embarazo, pero con cada uno
de ellos, los sentimientos afloraron de forma diferente. Esta vez, desde que
supe que estaba embarazada una felicidad enorme inundó mi alma y las risas se
mezclaron con el llanto.
Creo que el vínculo entre el bebé y la mamá comienza
desde el mismo instante en el que empezás a quererlo, a imaginarte cómo será, a
pensar en los futuros nombres, a hablarle y cantarle, más allá de la
incertidumbre que genera el no saber si te puede escuchar o no desde tan
pequeño. Son tan importantes todas las expresiones que le ofrezco o que él
manifiesta, porque con cada una de ellas se fortalece este nuevo amor que
durará toda la vida.
Desde sus primeras “pataditas” puedo percibir que mi bebé
se siente libre y amado y que de algún modo sabe que en casa (con sus hermanas
y su papá) lo esperamos ansiosos. Nos comunicamos así, con ese lenguaje tan
único y peculiar, donde con cada movimiento expresa su alegría de estar allí
adentro; seguro, cuidado y lleno de cariño.
Aunque no lo crean, puedo asegurar que por las noches le
gusta que vayamos a la cama nos relajemos y escuchemos música, previo a un baño
calentito Y unos lindos “masajitos”,
cuando me pongo crema hidratante en la panza ¡no vienen nada mal! También, presiento que le
agrada bailar y cantar conmigo.
Ambos estamos transitando el sexto mes; semanas de puro
amor, de hablarle a la “panza” y de que él responda con algunos de sus
movimientos, ya sea con una “patadita” suave o una “patadota” más fuerte, que me deja traduciendo lo que me
quiere decir. Los días pasan y es inevitable empezar a imaginar a quien se
parecerá tanto física como emocionalmente; me pregunto si tendrá los ojos, la
boca o la nariz mía o de papá.
Y aunque anteriormente, ya pasé dos veces por esta
maravillosa experiencia de ser mamá, sé que cuando lo tenga en mis brazos,
volveré a enamorarme de ese ser extraordinario, que estuvo desarrollándose
dentro de mí por nueve meses. Semanas maravillosas, en los que hubo cambios
corporales, síntomas y diferentes emociones, pero que no cambiaría por nada del
mundo.
Es una relación tan pura y única, que cuando llegue el
día tan esperado y él comience su recorrido por la vida, estaré feliz de ver su
carita, pero también, sé que extrañaré sus movimientos en mi panza. Por ahora, me
dedicaré a continuar afianzando este vínculo tan hermoso y único que se genera
entre una mamá y su bebé.