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La verdad sobre la aplicación de la Ley del aborto.
Una joven contó su reciente experiencia. Estuvo a punto de perder el útero.
En diálogo con “Conexión Mujer”
por Radio Salta, una joven contó el calvario que vivió desde que tomó la
decisión de practicar un aborto hasta sus días de internación con una infección
por complicaciones derivadas del uso de Misoprostol, medicación que le fue
facilitada por Socorristas “pañuelo verde” ya que no obtuvo ningún tipo de respuesta
cuando acudió al 0800 que el gobierno nacional habilitó como línea de Salud Sexual,
pero tampoco cuando se dirigió al centro de salud y hospital público más
cercano.
“Confié en que esta Ley me iba a amparar y que
iban a practicarme un procedimiento seguro, que iba a estar segura, pero estuve
al borde de la muerte y casi pierdo mi útero”, relata.
La joven contó que llamó muchísimas
veces al 0800 habilitado para brindar ayuda a las personas gestantes que toman
la decisión de interrumpir un embarazo, pero no obtuvo ningún tipo de
respuesta, la dejaban 15 minutos en espera hasta que la llamada se cortaba. “Cuando
logré concretar la llamada, me pidieron pruebas psicológicas y de nivel
socioeconómico, cuestiones que a mi entender no tenían relevancia", indica.
“Como no tenía respuesta fui a la
guardia del hospital materno infantil, pero me dijeron que no era una urgencia
y me dieron un papel con el mismo 0800, y de ingenua, volví a llamar pero nunca me
atendieron, entonces fui a la salita de Barrio el Pilar, pero no había personal”,
comenta.
“Así fue como una amiga me pasó
el contacto de las “Socorristas en red” quienes me ayudaron a conseguir las pastillas,
las compré y las usé. Tengo entendido que ninguna de ellas era médica pero una
de las chicas, estaba pendiente, me llamaba para ver como estaba”, señala.
“El dolor que provocan las
pastillas es insoportable, en mi vida sentí un dolor tan feo como ese. Expulsé
el feto y la mitad del saco gestacional, pero quedaron restos dentro del útero”, explica.
Finalmente sostuvo “unos días después el olor del
sangrado era más fuerte y ya no aguantaba más el dolor. Con mi pareja fuimos al
Materno, la ginecóloga que me atendíó fue muy directa, yo ya estaba con una
infección avanzada y si dejaba pasar uno o dos días más, perdía el útero”.
La joven termina su relato contando
que estuvo internada cuatro días, que tuvo que pasar por un legrado para sacar
los restos del saco gestacional que no habían sido evacuados y controlar la
infección. También comenta que las profesionales que hicieron el legrado, la contuvieron, pero
luego algunas enfermeras que forman parte de los profesionales objetores de conciencia,
no la trataron como esperaba.
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