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Las fases del sueño en los niños

El sueño cumple una función reparadora en los chicos, regula su energía y temperatura corporal. Consta de dos fases, una activa o REM y una pasiva en la que el niño se duerme profundamente.

Al nacer, el bebé tiene un sueño intermitente, si bien pasa durmiendo la mayor parte del día y la noche, se despierta con frecuencia para ser alimentado. Progresivamente, se irá normalizando y el pequeño se adaptará a los horarios de vigilia y descanso de su hogar. Es fundamental que los padres establezcan rutinas para ayudarlos en este proceso.

Tanto en la infancia como en la adultez, el sueño tiene distintas etapas, que van cambiando de acuerdo a la edad. La fase REM es el sueño activo, y aparece en los primeros minutos. Se caracteriza por movimientos oculares y sueños que suelen ser más intensos y de mayor contenido emocional. Se observan movimientos, respiración acelerada y facilidad para despertar. Es un estimulador del desarrollo neuronal del cerebro y por ende del desarrollo del niño. En la fase de sueño pasivo, el niño se duerme profundamente, se mueve poco, tiene el cuerpo relajado y respira de forma estable.

Diversos estudios realizados sobre el sueño infantil concluyeron en que lo que caracteriza a cada fase es el cambio de la onda cerebral. Hay ondas rápidas, otras lentas y otras muy lentas. Desde que el niño es un neonato hasta los tres meses, en él predomina el sueño REM (fase activa), y a medida que va creciendo el mismo se va regularizando y cambiando hacia etapas de sueño lento y profundo.

No es lo mismo dormir que descansar
Cuando hablamos de un buen descanso entran en juego factores como la calidad del sueño y la cantidad de horas que un niño necesita dormir. Hasta los 3 meses, duerme entre 14 y 17 horas por día y en la edad pre- escolar, debería dormir entre 9 y 11 horas para tener un buen rendimiento. Sin embargo, estamos frente a un serio problema porque los niños duermen muy poco y cada vez duermen menos, con lo que se altera el rendimiento cognitivo al otro día.

Nuestra vigilia, nuestro día de hoy, depende de cómo dormimos la noche anterior. Durante la etapa REM del sueño, se consolidan los aprendizajes que el niño realizó el día antes, ya sean aprendizajes cognitivos o motores. Si no tiene una buena cantidad y calidad de sueño, esa noche no se afianzan los conocimientos, no se secretan sustancias que tienen que ver con los procesos del desarrollo, neurodesarrollo y neurogénesis. Entonces, al otro día tenemos niños desatentos, que son hiperkinéticos y que muchas veces son diagnosticados y hasta medicados erróneamente porque se confunden las alteraciones del sueño con el Trastorno de Déficit de Atención (TDH). Por lo general, lo que sucede es que el pequeño no está somnoliento o bostezando, sino disperso y fastidioso.

 

 

6 TIPS PARA QUE DUERMA MEJOR

1.     Establecer horarios y rutinas para ir a la cama. Se sienten más seguros cuando saben que luego de un baño relajante, viene un masajito, pijama, cepillado de dientes, cuento y beso de buenas noches. Hay que tener muy presente que los niños deben acostarse temprano, aunque los papás decidan quedarse despiertos un rato más.

2.     No permitir que se duerman mirando pantallas. Está comprobado que duermen menos horas y que su sueño no es de buena calidad, por lo que podrán tener problemas de atención y concentración. Da igual si son de TV, móviles, tablets o computadoras, deben apagarse media hora antes de ir a dormir. No es positivo que los chicos tengan estos dispositivos en sus habitaciones.

3.     La noche es para dormir.  Se recomienda que niños y adolescentes duerman en horario nocturno porque es entonces cuando segregan las hormonas del crecimiento, el cortisol, la cortisona y la melatonina. Esta última es la que comienza a secretarse al obscurecer y provoca que el cerebro comience a cerrar las compuertas para entrar en el sueño. Todo este proceso natural se altera cuando prolongamos el horario de ir a la cama.

4.     ¡Ojo con lo que comen! Es importante que cenen todas las noches a la misma hora y que no coman dulces, bebidas cola o chocolate antes de ir a dormir, debido a que este tipo de productos tienden a sobre estimularlos, por lo que no les resultará sencillo conciliar el sueño.

5.     Bajar las luces. Es bueno que a determinada hora todos los estímulos de la casa bajen, que disminuya la intensidad de las luces, de los sonidos y de los juegos, no es momento para jugar a la lucha, sino para hacer actividades más tranquilas.

6.     Que se duerma en su cama. Un niño debe dormirse en su dormitorio y con las mismas condiciones, en las que va a dormir el resto de la noche. Papá y mamá no deben hacerlo dormir con ellos y después pasarlo a su cama. Tampoco se recomienda que los chicos se duerman con la luz encendida. Si se despiertan por la noche y las condiciones cambiaron, se asustarán y buscarán volver a dormirse como lo hicieron antes. Lo ideal es que el adulto se siente junto a su cama, lea un cuento con la luz tenue de un velador o deje la puerta entreabierta para que ingrese la luz de otras habitaciones o del pasillo. Esto los ayudará a ser más autónomos e independientes. Los bebés pueden dormir en cunas colecho, o en moisés pegados a la cama de los padres, hasta los 6 meses aproximadamente, lo que favorece la lactancia y el apego. Lo que no se recomienda es hacerlos dormir en la misma cama por los riesgos que implica. Se han dado casos de padres que profundamente dormidos aplastaron o asfixiaron a sus bebés involuntariamente. 


*Con el asesoramiento de María Concepción Pasteris. Neuróloga pediátrica especializada en medicina del sueño de niños y adolescentes.







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