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Educar con amenazas. Grave error

Las amenazas siguen siendo una forma muy utilizada por los padres para disciplinar a los hijos. En este sentido cabe destacar que no es lo mismo “advertir” que “amenazar”. Esta última acción viene cargada de cierta violencia y se basa en infundir “miedo” para lograr determinada conducta en el niño.

Muchos de los papás de hoy tienen naturalizada “la amenaza” como forma de disciplinar a los hijos. Esto tiene que ver con conductas aprendidas en su niñez porque antes era muy común usar este recurso para “educar” a los chicos.. Es importante comprender que este es un grave error que deja en ellos huellas emocionales negativas e imborrables.

Con las amenazas, la mala conducta de los chicos desaparece momentáneamente ¡pero la raíz del problema no se soluciona! El castigo es una salida fácil que actúa superficialmente e impide ver el conflicto de fondo porque, en realidad, no hay un desaprendizaje de la actitud inadecuada que los papás desean modificar en los niños, al contrario se crea en ellos una tendencia a repetirlas cuando los adultos no los ven y además no logran desarrollar la capacidad de autocrítica , ni sus propias concepciones acerca de lo que está bien y de lo que está mal.

Como ejemplos de las frases amenazantes que papás y mamás profieren a sus hijos podemos mencionar: “Si no te portás bien, te doy una paliza”,  “ya vas a ver lo que te va a pasar cuando tu papá se entere de lo que hiciste”, “levantá todos tus juguetes o no te va a quedar un solo pelo en la cabeza”. Las mismas no son más que una forma de “maltrato”, ya que encierran cierta violencia y se basan en infundir miedo para lograr determinada conducta por parte del niño.

Puede que en el corto plazo, el objetivo se cumpla y el pequeño obedezca rápidamente, pero traerá aparejado que crezca con temor hacia sus padres, pierda su seguridad personal, y no asuma la responsabilidad de sus actos, viéndose así severamente afectado su bienestar emocional.

No es lo mismo “advertir” que “amenazar”. Una cosa es indicar al niño que ante su mala conducta habrá una consecuencia como puede ser “si no ordenás tu cuarto, no vas a salir a jugar” y otra muy diferente es amenazarlos con golpes, o penitencias desmedidas. Los papás deberán encontrar los métodos adecuados para aplicar sanciones y hacerlo de forma proporcional a la acción cometida.

LÍMITES CON AMOR

Todo se resume en poner límites con amor y para hacerlo los padres tienen que aprender a regularse a sí mismos, ya que sólo así serán capaces de controlar una situación de desborde.

Los niños necesitan reglas claras pero éstas no deben ser impuestas de forma coercitiva ni en un contexto de violencia física y emocional en el que ellos se sientan humillados y expuestos emocionalmente. Los padres deben comunicar estas pautas a sus hijos de inmediato y con consistencia, empleando un lenguaje asertivo que denote comprensión.

Con el asesoramiento de Carina Salas. Licenciada en Psicología

 





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