lactancia
El destete
La interrupción de la lactancia es un proceso en el que intervienen tanto el niño como la madre. Se recomienda que sea lento, paulatino y planificado. Lo ideal sería que ambos estén listos, tanto física como emocionalmente.
Según
la Organización Mundial de la Salud, la lactancia materna debería extenderse hasta
los dos años de vida, siendo exclusiva hasta los seis meses. Cuando el bebé
comienza a incorporar alimentos sólidos, por recomendación del pediatra,
entonces inicia lo que se conoce como destete y concluye cuando el bebé deja de
tomar leche materna.
Se
debe tener en cuenta que cada niño tiene sus tiempos para adaptarse a los cambios
y cada mamá vive de un modo diferente este primer desprendimiento de su hijo.
Algunas lo atraviesan con culpa y temor y para otras todo fluye de un modo más natural
y sencillo. Es fundamental que la mamá se sienta segura y esté convencida a la
hora de retirar por completo la lactancia, sabiendo que lo más conveniente será no volver para atrás y
ser firmes pero a la vez muy pacientes.
La
lactancia no debe considerarse solamente como la fuente de leche que alimenta
al bebé. Es la experiencia emocional más hermosa que el niño haya conocido
desde su nacimiento. Es un pilar fundamental en el vínculo madre e hijo y tiene
un factor emocional muy fuerte que no puede dejarse de lado. Para el niño tomar
el pecho de su madre se traduce en consuelo, felicidad y conexión piel a piel.
Por eso, no puede interrumpirse de manera brusca o precoz, si queremos cuidar
su equilibrio psicológico y evitar que aparezcan en él sentimientos negativos
como la inseguridad. Además un destete progresivo evita las molestias que se
presentan en las mamas por retención de leche.
Muchos
bebés abandonan la lactancia natural y espontáneamente. Buscan la manera de
comunicarle a mamá que llegó el momento del destete. Juegan y se entretienen
con otras actividades y van perdiendo poco a poco el interés por el pecho
materno. Están dando el primer paso en
la conquista de la independencia con relación a su madre y a todo lo que los
rodea.
Pero
también se da el caso de las mujeres que por distintas circunstancias optan por
un destete abrupto. Empujadas por la presión social, por los horarios del
trabajo o bien por razones de salud, muchas madres dejan de amamantar de un
modo más forzado. Lo cierto es que
cuando el niño es separado repentinamente del pecho de su mamá, se rebela, intenta
aferrarse aún más y siente temores que se verán reflejados más adelante,
incluso en su vida de adulto. Probablemente será una persona insegura, con
miedo a que lo abandonen o no los
quieran.
El
destete debe ser un proceso de crecimiento para la mamá y el bebé; una manifestación
de pertenencia, y al mismo tiempo un modo amoroso de dejar ir.
Sabías qué?
Continuar
con la lactancia hasta el segundo año de vida brinda beneficios inmunológicos
al niño y disminuye el riesgo de cáncer de mama y útero en la madre.
Con el
asesoramiento de Florencia Herrera, Médica tocoginecóloga, especialista en Fertilidad.